viernes, 27 de febrero de 2009

En Roma con Step


Federico Moccia se ha convertido en el fenómeno editorial de los últimos años en Italia. Sus novelas se han vendido por millones, han dado lugar a películas e incluso han creado nuevas tradiciones. Hace unos meses leí Tre metri sopra il cielo y me engancharon las historias de Babi, Step y sus amigos. Me veía como ellos caminando por Roma a principios de los 90, con poco dinero y mucho tiempo, con pocas obligaciones y mucha libertad.
Ahora estoy leyendo Ho voglia di te, su segundo libro. En teoría han pasado dos años (en la práctica más de 10, un anacronismo que no acabo de entender, aunque no es importante).
Tras un tiempo fuera, Step vuelve a Roma, a su barrio. Y yo le acompaño. Step me ha llevado a Parioli, con él he conocido la Piazza Euclide, la Via Flaminia, el Corso Francia o el Ponte Milvio... pero también he vuelto a visitar sitios conocidos: ayer mismo lo dejé tomando un traminer y queso en el Cul de Sac, y besándose con su chica en via del Governo Vecchio.
Probablemente son libros para jóvenes, pero me gustan. Quizá porque su autor es de mi generación y describe la vida romana que él vivió, la vida que nosotros también disfrutamos.
Parioli será una visita obligada en el próximo viaje. Trazaremos una "ruta Moccia", entre Villa Borghese, Villa Ada y Villa Glori, la recorreremos y conoceremos una Roma distinta. Eso sí, haciendo una parada en el Ponte Milvio: yo también quiero mi candado.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Ciao, Veltroni


Es una de las noticias del día. Walter Veltroni dimite. Los malos resultados de su partido en las elecciones regionales llevan a Veltroni a abandonar su puesto como cabeza del Partido Demócrata, la alternativa a Berlusconi, para así intentar salvar el proyecto reformista del centrosinistra. No es una sorpresa, ya estamos acostumbrados a las luchas fratricidas y estériles de los políticos italianos (bueno, en esto hay muchas diferencias entre mi vida madrileña y mi vida romana).
Yo lamento que Veltroni se vaya. Siento especial simpatía por este político, un hombre culto, tolerante y tranquilo que durante siete años fue el sindaco, el alcalde de Roma. Durante ese tiempo, trabajó por su ciudad, consiguiendo uno de sus objetivos: devolver a los romanos el orgullo de serlo. Con Veltroni al frente, Roma desarrolló y mejoró su red de museos (los Musei in Comune de los que ya hemos hablado) y creó el festival de cine.
Su gobierno municipal ha invertido en dar al magnífico patrimonio de la ciudad un marco que no desmereciera. El resultado: recortes en el tráfico, inversiones en las líneas de metro, una Roma más limpia y más segura de lo que era.
Por supuesto que no es sólo mérito suyo, pero su tarea merita este saludo.

jueves, 12 de febrero de 2009

Estupendo... pero para ir sin niños


La mejor salumeria italiana, buenos quesos, un salmón magnífico, ensaladas originales y sofisticadas y una amplia pero muy selecta oferta de vinos. Todo eso es lo que ofrece una de las enotecas más valoradas de Roma: la Vecchia Bottega del Vino. El local, muy bien decorado, de ambiente acogedor, elegante pero informal, está en pleno ghetto, muy cerca del Largo Argentina, en la Via de Santa Maria del Pianto, junto a la iglesia del mismo nombre. ¿Pianto? Efectivamente, Helena y Tomás tenían ganas de llorar cada vez que llegaba una nueva bandeja llena de delicados manjares... que no les merecían ninguna confianza o que no les gustaban nada. Expectantes ante cada incursión del camarero, había que ver su cara de desilusión cuando apoyaban un nuevo plato sobre la mesa, hasta que deseperado, Tomás, con su proverbial gracia, dijo a su hermana en voz baja: "Helena, me parece que hoy no cenamos". Lo cierto es que apenas comieron, y que no entendían cómo en el país de las pizzas, que devoran con fruición, se encontraban con esa sorpresa.
Sin embargo los demás sí apreciamos como merecían la selección de platos fríos, elaborados con materias primas de muy buena calidad. Y disfrutamos de la comida... y más aún de la bebida. En resumen: una enoteca muy recomendable, pero mejor sólo para mayores (o para niños que coman de todo, que he oído por ahí que también existen).

sábado, 7 de febrero de 2009

Sabato madrileño

Un nuevo sábado ante nosotros. Frío, pero soleado, un auténtico sábado de febrero en nuestra vida madrileña: mañana de baloncesto, tarde de compras mientras los niños están en su club, noche de peli en casa...
Y en mi vida romana, ¿cómo sería un sábado como éste? Supongo que no muy diferente: los niños tendrían sus actvidades en los colegios, parroquias, etc., como hacían tanti anni fa nuestros amigos de la Via Tiburtina.
La diferencia es que en Roma nuestros paseos vespertinos nos llevarían a buscar el tramonto desde algún Lungotevere, o a callejear mirando los anticuarios de Via Giulia, o a pasear por Frattina o Condotti tras haber tomado un café en el Greco. Y así va pasando la tarde, morosa, cualquier sabato pomeriggio.

miércoles, 4 de febrero de 2009

La iglesia del elefante


Basta decir eso, y todo el mundo sabe de qué estamos hablando. La iglesia de Santa Maria sopra Minerva, situada en la plaza de la Minerva, a pocos metros del Panteon, es más conocida porque ante sus puertas se erige uno de los obeliscos egipcios que pueblan la ciudad, colocado sobre los lomos de un elefante. El conjunto escultórico es un diseño de Bernini, aunque lo realizó uno de sus discípulos.
El elefante de la Minerva atrae toda la atención de los turistas, y algunos pasan de largo sin entrar en el templo. Craso error: tras su anodina fachada se aloja una antigua iglesia, quizá la única realmente gótica de la ciudad.
Los lugares sagrados siguen siéndolo por encima de las religiones y culturas y Santa Maria sopra Minerva es un buen ejemplo: en ese lugar se alzó un templo dedicado a Minerva, construido por Pompeyo hacia el año 50 a.C.(de ahí lo de sopra, encima de). Y posteriormente, otros lugares destinados a dar culto a Isis y a Serapio. Se tiene constancia de que en el siglo VIII ya había en ese lugar una basílica cristiana y un cenobio. No quedan restos de la iglesia primitiva. Lo que hoy conocemos como basílica de la Minerva es una iglesia gótica de los siglos XIII y XIV, en cuya construcción y decoración participaron los mejores asrtistas del momento. Fueron traidos de Florencia por los frailes dominicos, a quienes se encargó la custodia de la iglesia y el convento. Aun hoy sigue administrándolo la orden de predicadores.
El interior de la iglesia guarda valiosos tesoros, como un Cristo esculpido por Miguel Ángel, o una capilla con preciosos frescos de Filippo Lippi. Allí está enterrado el Beato Angélico, y también Santa Catalina de Siena... Aun abrumados por la majestad del vecino Panteon, no os contentéis con haceros una foto junto al elefante: pasad a la iglesia, que vale la pena. Aunque eso sí, hacedlo vestidos "con decoro", nada de pantalones muy cortos o tirantes exagerados. Estamos en Roma, y algunas cosas siguen siendo sagradas.