Tras semanas de debates y discusiones, por fin se llega a un acuerdo. Precario, pero acuerdo al fin: Italia tendrá quien la gobierne, quien trate de conducirla para salir de una situación apenas un poco mejor que la española. Los debates, las luchas y los acuerdos se resuelven en los palacios, en la salas de reuniones. Mientras tanto, en la calle, la realidad se apodera de los espíritus. Y a pesar de la restallante primavera, la desesperación hace mella en muchos, sin salida, sin horizonte, sin nada que perder... puede llevar a la locura, a la desolación, al desastre. Esto ha pasado hoy en Roma.
Mientras el nuevo gobierno, alumbrado con tanto esfuerzo, juraba sus cargos en el
Palazzo Chigi, en el corazón de la ciudad, un hombre enloquecido la ha emprendido a tiros en la puerta, hiriendo gravemente a tres personas.
La hermosa
piazza Colonna, escenario de tantos momentos históricos, y de tantas manifestaciones y quejas, ha albergado hoy la tragedia. Esperemos que quienes han asumido la responsabilidad de guiar al país, sean capaces de hacerlo con acierto y no vuelvan a teñirse de sangre los
sanpietrini romanos.
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