domingo, 30 de noviembre de 2008

Domingo de lluvia


En Roma éste es un domingo de lluvia. No hace frío, pero el día invita a pocos paseos. Además, es demasiado pronto para empezar con la vorágine navideña: mejor esperar a diciembre para empezar con las compras.
En mi vida romana, hoy me habría levantado pronto para dar una vuelta por Campo dei Fiori y comprar unas flores. Con ellas y el periódico, nos pararíamos a tomar un café. Tranquilos, sin prisa, comentando las noticias... hasta que las campanas de Sant'Andrea della Valle nos llamaran a misa.
Esta iglesia domina una pequeña placita que ensancha el corso Vittorio Emanuele, y es un magnífico ejemplo del más clásico barroco romano. Su imponente fachada, difícil de apreciar desde la strada, esconde un interior de gran riqueza, con una profusión de capillas y cúpulas decoradas con estupendos frescos de Domenichino y Giovanni Lanfranco. Precisamente en una de esas capillas sitúa Puccini el primer acto de su Tosca.
Pero si por algo es conocida la iglesia de Sant'Andrea es por su magnífica cúpula, sólo superada en altura por la de san Pedro, que se distingue desde cualquier altura de la ciudad. Me gusta verla a lo lejos y pensar "ahí al lado está mi casa...".

viernes, 28 de noviembre de 2008

Fin de semana en Roma

Graciela se va a Roma con su hermana. Una escapada corta, un fin de semana largo. El tiempo justo para marcar un antes y un después, para empezar una vida nueva de la mejor manera posible. Y con una buena excusa: un concierto de Baglioni (para ella, sólo Claudio).
Desde aquí las acompañaré en sus paseos romanos, en sus capuccini con cigarro, sentadas bajo una estufa en una terraza con vistas al Panteon o mientras se toman una pizza en el Baffetto. Me las imagino recuperando fuerzas tras su paso por los puestos del mercado de Via Sannio, pasando revista a las compras, y también hojeando las últimas novedades de La Feltrinelli. O sorprendiéndose con vistas insólitas del foro.
Dicen que hace frío, que quizá llueva... ¿Y qué? Disfrutad, que la vita è adesso.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Saluda al Pasquino


Viernes noche. Si estuviera en Roma, saldríamos fuera a cenar. Pero antes, habríamos dado una vuelta por el quartiere: algo sencillo, como un paseo por los aledaños de la Piazza Navona, para luego ir a tomar un vino a alguno de los bares de la Via del Governo Vecchio... haciendo una parada para saludar a Il Pasquino, una de las estatuas parlantes de Roma, la más famosa y quizá también la más utilizada, pero no la única.
Estas estatuas, a menudo restos de grupos escultóricos más amplios (el Pasquino es un torso de un guerrero griego de época helenística), se usaron desde el siglo XVI por la siempre crítica sociedad romana para transmitir sus mensajes satíricos o sus denuncias a los desmanes de los más poderosos. ¿Cómo? Pues con carteles y cartas que colocaban sobre la estatua, colgando de su cuello o pegados en la base.
Nada escapa al ojo crítico del Pasquino: aun hoy podemos ver en él carteles de este tipo, sacando punta a cualquier cosa. Un vestigio de otras épocas, donde a pesar de la falta de libertad y las limitaciones, los romanos encontraban la forma de manifestar su crítica o descontento. Aunque para ello fuera preciso hacer hablar a las piedras.

martes, 18 de noviembre de 2008

Un tesoro detrás del Coliseo


La majestuosidad del anfiteatro flavio deja casi sin respiración. No por conocido es menos impresionante. Pero su gran atractivo puede ser un arma de doble filo: deslumbrados, son pocos los turistas que se aventuran al otro lado del Coliseo y se adentran en la colina del Celio camino del Laterano. Sin embargo, quienes lo hagan tendrán su recompensa, pues tanto el Celio como el Colle Oppio encierran grandes sorpresas.
Y la primera está a pocos metros del Coliseo: la antigua basílica de San Clemente es un regalo para los aficionados a la arqueología, al arte o a las curiosidades, pues la iglesia, como una muñeca rusa esconde en su interior, en distintos estratos, las edificaciones sucesivas sobre el mismo lugar sagrado.
Construida sobre una casa romana con cimientos republicanos que después alojó un Mitreo, la iglesia dedicada a San Clemente (uno de los primeros papas), es una de las más antiguas de Roma. Es posible ver in situ los restos de las primitivas edificaciones romanas, la basílica paleocristiana y la iglesia inferior, que alberga unos curiosos frescos altomedievales sobre la vida del santo. Por último, construida sobre las ruinas del edificio precedente, la iglesia románica del siglo XII, con sus estupendos mosaicos, su suelo de estilo cosmatesco y su bonito atrio. Esta iglesia sigue funcionando como parroquia, al cuidado de los frailes dominicos de la provincia de Irlanda.
San Clemente Romano está al comienzo de la Vía San Giovanni In Laterano, a apenas 10 minutos del Coliseo. Para poder disfrutar de lo que ofrece, hay que estar atentos, pues el horario de visitas a los subterráneos es bastante restringido: cierran a las12. Por la tarde puede visitarse de 15:30 a 18:30. Merece la pena.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Cenar en el Testaccio


Ya han nacido i nuovi nepotini, y yo recuerdo a sus mamás, embarazadas de pocas semanas, yendo a cenar al barrio del Testaccio. Era el mismo día de la llegada, y Sabrina, segura, charlatana, incansable, quería llevarnos a una de sus pizzerías favoritas. Nuestra pobre Inés, cansada tras el madrugón y el viaje, pero llena de ilusión por las vacaciones recién estrenadas, se lanzó animosa a la aventura. Afortunadamente, los excesos no tuvieron consecuencias... y aunque el paseo era largo (sobre todo para gestantes y niños pequeños), el sitio merecía la pena: Acqua e farina, en Piazza Orazio Giustiniani, en el corazón del Testaccio. Es un local muy recomendable, animado, servido por camareros muy guapos y con unas pizzas originales y muy ligeras. Seguro que repetimos... y esta vez seremos alguno más.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Una visita al Palazzo Altemps


Cuando pienso en este museo, me viene a la cabeza una tarde de invierno, en que Graciela y yo deambulábamos por las salas desiertas, descubriendo tesoros que ignorábamos que estaban allí. Y es que tras años de restauración, el Palazzo Altemps se ha convertido en Museo Nacional de Arqueología y depende de la omnipresente Soprintendenza Archeologica de Roma.
Las dependencias de este palacio renacentista, propiedad de la familia del cardenal Altemps, han pasado por muchas vicisitudes hasta albergar hoy la magnífica colección Ludovisi, que comparte el museo con otras estupendas colecciones de arte clásico, egipcio y asirio.
A pesar de su céntrico emplazamiento (está en la Via Sant’Apollinare, a dos pasos de Piazza Navona), el Altemps es uno de los grandes desconocidos de Roma. Sin embargo, la posibilidad de contemplar in situ (y sin agobios), el Trono Ludovisi, el Galo moribundo o el Antinoo Altemps bien merece la visita.
Y si el contenido del museo es estupendo, el continente, con el patio, la loggia dipinta y los frescos y artesonados de las salas, no le anda a la zaga.
Si queréis perder de vista las hordas de turistas y disfrutar tranquilamente de la belleza de la mejor escultura clásica, el Altemps es vuestro destino. El museo abre de martes a domingo, desde las 9 a las 19:45. Un buen refugio vespertino.