miércoles, 25 de noviembre de 2009

¿Salimos esta noche?


Hoy me apetecería salir a cenar, o a tomar una copa... pero cerca de casa. ¿Por qué no ir a ese sitio que está junto a la Cripta de Balbo, en la Via delle Botteghe Oscure? Se llama Le Bain, y es un local sofisticado, que en un edificio antiguo combina un restaurante, un salón de té vespertino y un wine bar por la noche.
Los platos que ofrecen en Le Bain son un buen ejemplo de una cocina moderna, creativa, distinta a la cocina italiana clásica (que es la que yo prefiero, y más en Roma), pero los ingredientes, de mucha calidad, no pueden desmentir su origen.
Además, la carta ofrece un buen surtido de vinos italianos y franceses, y la decoración es impecable.
Combina todos esos factores y el resultado un bar de moda, un sitio donde apetece quedarse cada vez que pasamos. Vayamos esta noche, ¿vale?.

domingo, 15 de noviembre de 2009

De mercadillo

Toda ciudad que se precie tiene al menos un mercado callejero. Y los domingos por la mañana suelen estar en su apogeo: en Madrid está el Rastro; en Roma hay varios, pero el más famoso, el mercado por excelencia, el de la domenica mattina es Porta Portese.
Desde las 6 de mañana, los puestos se extienden por las calles aledañas a la Piazza de Porta Portese. Porta Portese es la más moderna de las puertas construidas en los muros de Roma (es del siglo XVII), está en el rione Ripa, junto al río, en la zona trasteverina de la ciudad.
Ropa nueva o de segunda mano, juguetes, comida, libros, muebles, antigüedades... En el mercado de Porta Portese hay de todo, muchas birrias, y tesoros escondidos entre ellas. Yo no soy muy hábil entre los puestos, pero conozco a auténticas especialistas.
En cualquier caso, ir a dar una vuelta por el mercadillo es un plan típico de domingo romano.
Porta Portese, ¿qué más quieres?

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Roma y los muertos


Noviembre es el mes de los difuntos. Por un día, los cementerios y las tumbas, de ordinario relegados, casi escondidos, se hacen presentes y la muerte, y los muertos, se hacen cotidianos. En Roma las cosas son distintas: allí tropezamos con tumbas por doquier. Tumbas son algunos de los monumentos más visitados, como la tumba del panadero (en la foto), la pirámide de Caio Cestio, el Mausoleo de Augusto, el de Adriano (el actual Castel Sant'Angelo junto al Tíber) o la Columna Trajana, por no hablar de las catacumbas y la Via Apia...
También, como es habitual en el mundo cristiano, hay sepulcros en las iglesias. Pero el valor arqueológico o artístico de esos monumentos está muy por encima de su función fúnebre, y la cercanía de los túmulos o las lápidas no evoca la muerte.
Sin embargo, hay una excepción: la iglesia de Santa Maria della Concezione dei Cappuccini, en Via Veneto, un auténtico monumento a los muertos, con su cripta decorada con huesos y cráneos de miles de frailes muertos, recopilados a lo largo de los siglos. Rosetones, flores, arcos, volutas... los restos se combinan formando un memento mori espeluznante.
Normalmente la experiencia de mi vida romana me sirve para recomendaros sitios dónde ir o cosas que hacer. Esta vez os recomiendo que no hagáis algo: no vayáis, no os sintáis tentados por la iglesia de los huesos. No lo merece.