miércoles, 4 de noviembre de 2009

Roma y los muertos


Noviembre es el mes de los difuntos. Por un día, los cementerios y las tumbas, de ordinario relegados, casi escondidos, se hacen presentes y la muerte, y los muertos, se hacen cotidianos. En Roma las cosas son distintas: allí tropezamos con tumbas por doquier. Tumbas son algunos de los monumentos más visitados, como la tumba del panadero (en la foto), la pirámide de Caio Cestio, el Mausoleo de Augusto, el de Adriano (el actual Castel Sant'Angelo junto al Tíber) o la Columna Trajana, por no hablar de las catacumbas y la Via Apia...
También, como es habitual en el mundo cristiano, hay sepulcros en las iglesias. Pero el valor arqueológico o artístico de esos monumentos está muy por encima de su función fúnebre, y la cercanía de los túmulos o las lápidas no evoca la muerte.
Sin embargo, hay una excepción: la iglesia de Santa Maria della Concezione dei Cappuccini, en Via Veneto, un auténtico monumento a los muertos, con su cripta decorada con huesos y cráneos de miles de frailes muertos, recopilados a lo largo de los siglos. Rosetones, flores, arcos, volutas... los restos se combinan formando un memento mori espeluznante.
Normalmente la experiencia de mi vida romana me sirve para recomendaros sitios dónde ir o cosas que hacer. Esta vez os recomiendo que no hagáis algo: no vayáis, no os sintáis tentados por la iglesia de los huesos. No lo merece.

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