domingo, 5 de julio de 2009

Un viaje al pasado. Tívoli (y II)


La otra joya de Tívoli, que por si sola justifica la visita a la ciudad, es la Villa de Adriano.
Adriano,un emperador que combinaba su perfil militar con hondas inquietudes filosóficas, consagró buena parte de sus esfuerzos a lograr una nueva Pax Romana, y emprendió reformas administrativas y económicas... además de dejar importantes construcciones en el imperio: la muralla de Adriano, en el limes britano, su mausoleo en Roma (base del Castel Sant'Angelo) o su magnífica Villa en Tibur (Tívoli). Villa Adriana es un vasto conjunto de edificaciones iniciado por Adriano en el año 117. El emperador de origen hispano, hijo adoptivo de Trajano, proyectó convertir ese rincón cercano a Roma en un palacio de campo que recreara los recuerdos de sus viajes, con reproducciones de las obras que más le habían impresionado en sus recorridos por el Imperio, que fueron muy numerosos: Galia, Germania, Britania, África, Siria o los antiguos territorios helénicos.
Concebida como una pequeña ciudad, con fuentes, termas, teatros, alojamientos para corte y el personal de servicio, la Villa Adriana reúne construcciones que recrean diferentes lugares o monumentos del imperio. Entre ellos destacan el canopus, el teatro marítimo, el serapeum (gruta artificial), el teatro griego, las termas, la plaza o la tumba de su fiel compañero Antinoo. Las musas del Prado, la mejor copia romana del Discóbolo, los centauros de los Museos Capitolinos son sólo algunas de las joyas que adornaban el palacio de Adriano.
En la actualidad, la Villa Adriana, declarada Patrimonio de la Humanidad, es el prototipo de la ruina romántica, un lugar con una atmósfera especial, donde los restos de mármoles emergen entre olivos y cipreses, evocando un pasado de esplendor, la Roma de Adriano...

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