sábado, 4 de abril de 2009

Vuelve el tiempo de las lilas


Los días son más largos, y las tardes, templadas. La primavera romana es particularmente luminosa. Hace sol, los pinos, altos y oscuros, se recortan en un cielo tan azul como el de Madrid... y las lilas vuelven a adueñarse de los viejos muros, acompañando a los paseantes en la subida al Campidoglio por la escala cordonata, la amplia esclaera proyectada por Miguel Ángel.
Están por toda la ciudad: en el Pincio, en el Celio, en los muros de Via Veneto... Apetece sentir la primavera, pasear y olvidarse un poco de colas y turismo. Un buen plan para una mañana como ésta: subir al Quirinal, visitar Sant' Andrea al Quirinale y San Carlo alle Quatro Fontane, asistiendo a un nuevo capítulo de la guerra particular entre Bernini (al que debemos la primera) y Borromini (autor de San Carlo). Y después acercarnos a los jardines, sentarnos allí al sol, morosos, hasta que llegue la hora de comer, para discutir y decidir cuál de los dos arquitectos nos gusta más. Como cada año, al llegar abril, Roma huele a lilas. Y las lilas, para mí, siempre huelen a Roma.

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