lunes, 27 de abril de 2009

Un paseo por el Celio


El monte Celio, una de las famosas siete colinas de Roma, está ahora ocupado un magnífico parque, la Villa Celimontana. Situada detrás del Coliseo, pocos turistas se adentran en esta zona, dejando atrás el bullicio del centro.
Nosotros también tardamos en hacerlo.
Sin embargo, un paseo por el Celio reserva muchas sorpresas a los visitantes: restos romanos de primer orden, como los de la Basílica Hilaria, el Aqua Claudia (el acueducto encargado de conducir el agua hasta la Domus Aurea de Nerón) o el arco de Dolabella. Y junto a ellos, estupendas iglesias, entre las que se cuentan algunos de primeros templos cristianos de Roma, como Santa Maria in Domnica, también más conocida como la iglesia de la Navicella, por la pequeña fuente que tiene ante su atrio, o Santo Stefano Rotondo, la curiosa iglesia de planta circular erigida sobre un mitreo... Incluso uno de los obeliscos egipcios que adornan Roma tiene también su sitio en el Celio.
Pero no todo son restos: en el corazón del parque se alza majestuosa la hermosa Villa Mattei, actualmente sede de la Sociedad Geográfica Italiana. Además, la densa vegetación, la variedad de especies, los cuidados paseos... hacen de la Villa Celimontana uno de los mejores parques de Roma, casi un jardín botánico, que bien merece una visita.
Un paseo por el Celio. Un plan muy apetecible para una de estas tardes de primavera. ¿Te apuntas?

lunes, 20 de abril de 2009

Nuovo Mondo: todo un descubrimiento


Esta noche me apetece todo tomarme una pizza. Pero de las de verdad. De las que dan, por ejemplo, en Nuovo Mondo (Via Amerigo Vespucci).
Esta pequeña pizzería es un local sin pretensiones en el corazón del Testaccio, pero sus pizzas están entre las mejores de Roma, y no tienen nada que envidiar a las de Da Baffeto o La Montecarlo. De ello dan buena fe las largas colas que se forman ante su puerta. Nos llevó Sabrina, y nosotros también tuvimos que esperar un ratillo, pero valió la pena: creo que Helena no olvidará nunca las enormes lonchas de jamón que rebosaban de su finísima pizza prosciutto.
Mesas de formica, láminas en la pared, luces fluorescentes... Nuovo Mondo no es un sitio bonito: es un local de quartiere, que reserva todo su encanto para las pizzas. Probadlas, y seguro que repetís. Además, la relación calidad/precio es realmente insuperable.
Pero hoy no puedo cenar allí. Y no sólo porque estoy lejos de mi vida romana, sino porque esta pizzería cierra los lunes. Otro día será.

lunes, 13 de abril de 2009

Semana Santa sin Roma

Ya se han acabado las vacaciones. Este año han sido unas vacaciones distintas, estupendas, divertidas... aunque se me ha hecho extraño pasar estos días lejos de Roma. No ir a misa la Domenica delle Palme a Sant'Agnese, ni hacer la visita a los "monumentos", en la noche del Jueves Santo, por las grandes iglesias del centro: il Gesú, San Luigi dei Francesi, Sant'Andrea... No ver la luna llena del jueves a través del óculo del Panteon, ni cruzarnos con las riadas de peregrinos que acuden a Roma durante los días de la pasión, mientras los romanos escapan de la ciudad para pasar fuera le vacanze de Pasqua.
Esta vez, las cosas han sido diferentes: el terremoto, tan cercano, casi 300 muertos, miles de heridos, tantas personas que han perdido todo, que han debido enfrentarse a un calvario terrible... Para nosotros, una Semana Santa sin Roma, y para los italianos, un año sin Semana Santa. Forza!

sábado, 4 de abril de 2009

Vuelve el tiempo de las lilas


Los días son más largos, y las tardes, templadas. La primavera romana es particularmente luminosa. Hace sol, los pinos, altos y oscuros, se recortan en un cielo tan azul como el de Madrid... y las lilas vuelven a adueñarse de los viejos muros, acompañando a los paseantes en la subida al Campidoglio por la escala cordonata, la amplia esclaera proyectada por Miguel Ángel.
Están por toda la ciudad: en el Pincio, en el Celio, en los muros de Via Veneto... Apetece sentir la primavera, pasear y olvidarse un poco de colas y turismo. Un buen plan para una mañana como ésta: subir al Quirinal, visitar Sant' Andrea al Quirinale y San Carlo alle Quatro Fontane, asistiendo a un nuevo capítulo de la guerra particular entre Bernini (al que debemos la primera) y Borromini (autor de San Carlo). Y después acercarnos a los jardines, sentarnos allí al sol, morosos, hasta que llegue la hora de comer, para discutir y decidir cuál de los dos arquitectos nos gusta más. Como cada año, al llegar abril, Roma huele a lilas. Y las lilas, para mí, siempre huelen a Roma.