Ya era un anciano, tenía 93 años, pero se mantuvo lúcido hasta el final, fiel a sus ideas, conservadoras, democráticas, claras, basadas en dos fuertes pilares: el amor a su país y las instituciones que garantizaban su independencia y dignidad, y su firme catolicismo, clásico, papista, un poco demodé.
Me ha dado que pensar una frase que define su vida en estos últimos tiempos: "tenía sobre su cómoda el rosario y la Constitución". Uno y otra me parecen buena compañía.
Cuando un hombre de Estado desaparece, todo son bonitas palabras: en el adiós a Scalfaro, amigos y adversarios coinciden en destacar su honestidad, su compromiso con el Estado, su empeño en defender las instituciones. Escuchando sus palabras, en un célebre discurso, Io non ci sto!, pienso que algo de cierto debía haber...
Por eso, en mi vida romana (y en la madrileña), le dedico un pensamiento y una oración. Descanse en paz.
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